¿Sólo extrañando? por Magali Rebaza
- decanato9lima
- 21 mar 2020
- 3 Min. de lectura

Dicen que las redes están ya saturadas de tantos vídeos y mensajes sobre esta pandemia que vivimos. Y debe ser porque aún seguimos tratando de entender toda esta realidad. Estamos en un tiempo muy particular que no esperábamos vivir. Situación que nos lleva a sentirnos vulnerables y frágiles.
La cuarentena es una de las medidas necesarias que nos toca vivir. Y creo que ésta es como un gran “ayuno”. Una situación en la que tenemos por un lado la oportunidad de estar más tiempo con nuestra familia y los nuestros. Y por otro, esta experiencia de extrañar muchas cosas que eran normales y comunes en nuestro día a día, sin tomar conciencia de lo importante que son para nosotros. Ese estar con nuestros amigos, hacer deporte fuera de casa, ayudar a nuestros vecinos, ir a trabajar, poder ir a Misa etc. Entonces, nos volvemos más agradecidos con lo que teníamos …
Creo que experimentamos algo así como tomar conciencia que habíamos perdido la vista porque habíamos dejado de mirar con asombro y por habernos rutinizado con lo sencillo y cotidiano …
Y si bien este domingo el Evangelio nos relata la historia de un ciego que es curado por Jesús, esta ceguera que curó es diferente…
Si es muy doloroso perder la vista, ¿Cómo describir el sufrimiento de aquellos que les falta también la vista, pero desde el día que nacieron?
Este ciego nació con el dolor de conocer muchas cosas de la vida por labios de otros y no por sus ojos. Sabía que existían colores, formas y tamaños pero no comprendía del todo lo que ello significaba. Conocía los escalones y obstáculos del camino, pero por haberse tropezado varias veces sobre ellos. Nació ciego con el oído más desarrollado para sentir quién se acerca o para escuchar mejor los comentarios de desprecio por este hombre pobre y ciego.
Y creo que ésta, es como la ceguera interior que podemos vivir todos nosotros al reconocer que necesitamos de dimensiones que hemos escuchado en otros, pero que no las conocemos porque no son parte de nuestra vida.
Estoy convencida que Dios, creador de la misma luz, puede ver hasta lo más hondo. Mira y sabe de nuestros anhelos y necesidades. Y solo Él puede abrir nuestros ojos para encontrarnos por primera vez con estas verdades que nos hacen tanta falta para madurar en la vida.
Me parece que todos padecemos de los dos tipos de ceguera: la de haber perdido la vista por no entender la riqueza de la vida; y la ceguera de nacimiento por no poder ver aún nuevas cosas fundamentales para nuestra existencia.
Y para curarnos, Él sólo nos pide dos cosas: reconocer que estamos ciegos y querer dejarnos mirar desde sus ojos amorosos.
Para Dios no existen “sábados prohibidos de milagros”. Él actuará en cualquier momento y en cualquier etapa de nuestra vida. Vendrá de alguna manera novedosa para invitarnos a ver bien lo que no valorábamos o para ver algo por primera vez y con asombro.
Aprovechemos este tiempo que nos toca vivir. Pero vayamos más allá…
Que no sólo extrañemos lo que ahora no podemos disfrutar y que ya estamos valorando más, sino también pidámosle a Dios poder encontrarnos con esas verdades que no conocemos aún. Que el misterio de su amor pueda abrir nuestros ojos para ser verdaderamente felices a pesar del dolor y de las pruebas.
Nuestra Comunicadora,Magali Rebaza es Licenciada en Educación Secundaria con Especialidad en Filosofía y Ciencias Sociales. Culminó estudios de Maestría en Educación con Mención en Orientación y Tutoría (Dirección de Grupo). Es Laica Consagrada en la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y colabora en la P. San Leopoldo y Vicaría Croata.
Comments